Camina plácido entre el ruido y la prisa y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio. En cuanto te sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara. Escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia. Esquiva a las personas ruidosas y agresivas, que son un fastidio para el espíritu. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes; mantén el interés en tu propio trabajo por humilde que sea, ello es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos. Sé cauto en tus negocios pues el mundo está lleno de engaños, más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe. Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales. La vida está llena de heroísmos. Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas en el afecto y no seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces y desengaños, es perenne como la hierba. Acata dócilmente el consejo de los años, y abandona con donaire las cosas de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu, para que te proteja en las adversidades repentinas, muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Conserva una sana disciplina, y sé benigno contigo mismo. Tú eres una criatura del universo no menos que las plantas y las estrellas, tienes derecho a existir; y sea que te resulte claro o no, indudablemente el universo marcha como debiera. Por eso, debes estar en paz con Dios cualquiera que sea tu idea de Él y sean cuales fueran tus trabajos y aspiraciones. Conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida, pues aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos, el mundo es todavía hermoso. Sé cauto, y esfuérzate por ser feliz. Max Ehrman, 1927. Colaboración de Luis Mauricio Morales Pérez. |