Nuestra sociedad tiene prisa "por volver a la normalidad". Todos queremos que la madre "vuelva a ser la de antes", que adelgace rápido, que abandone la lactancia, que retome el trabajo, que luzca espléndida... en fin, que esté a tono con los tiempos que vivimos. Es la era de Internet, del e-mail, la telefonía móvil, la televisión por satélite, los aviones y autopistas rápidas. El mundo se mueve a la velocidad de la luz mientras las madres se sumergen en las tinieblas del recogimiento, conservando las redondeces y reclamando silencio. Quisiéramos que las madres y sus bebes no fueran tan diferentes del resto de la gente... Comprender estas dos realidades superpuestas nos permite tolerar que las madres atraviesen lentamente el proceso de maternidad. Estar cerca de mujeres puérperas es ante todo defenderlas de exigencias sociales tan absurdas. El mundo podrá transformarse, llegaremos a Marte, Júpiter o Neptuno; pero necesitaremos siempre nueve largos meses para gestar a nuestros hijos, otros nueve meses para que inicien el desplazamiento autónomo y muchos más años para que sean capaces de enfrentar el mundo sin la ayuda de los padres. Autora: Laura Gutman |