Teníamos una clase de Fisiología en la escuela de medicina después de la semana de la Patria. Como la mayoría de los alumnos había viajado aprovechando el feriado prolongado, todos estaban ansiosos para contar las novedades a los colegas y la excitación era general. Un viejo profesor entro en el salón e inmediatamente percibió que iría tener trabajo para conseguir silencio. Con cierta vergüenza, el profesor volvió a pedir silencio educadamente. No resulto, ignoramos la solicitud y continuamos firmes con la conversación. El profesor continuo: "Lo interesante es que este porcentaje vale para todo el mundo. Si ustedes prestan atención notaran que de cien profesores, apenas cinco son aquellos que hacen la diferencia; de cien camareros, apenas cinco son excelentes; de cien choferes, apenas cinco son verdaderos profesionales; y podría generalizar más: de cien personas, apenas cinco son verdaderamente especiales". "Claro que cada uno de ustedes siempre puede elegir a cual grupo pertenecerá. Gracias por la atención y vamos a la clase de hoy". Ni sería preciso decir el silencio que se hizo en la clase y el nivel de atención que el profesor consiguió después de aquel discurso. Hoy no recuerdo muchas cosas de las clases de Fisiología, pero del reto del profesor nunca más me olvide. Sin embargo, una cosa es cierta: si no intentamos ser especiales en todo lo que hacemos, si no intentamos hacer todo lo mejor posible, seguramente estaremos en la clase del resto. Colaboración de Víctor Manuel Espino Ocampo de Zihuatanejo, Guerrero, México. |