Comience desde su infancia a darle al niño todo lo que él requiera; de ese modo crecerá creyendo que el mundo debe sostenerlo. Nunca le dé orientación espiritual alguna, espere hasta que sea mayor de edad, y entonces él decidirá por sí mismo. Nunca diga que algo que él hace está mal, pues podría crearle un complejo de culpabilidad. Así lo preparará para creer más tarde, cuando lo pongan preso por haber robado, que la sociedad se ha vuelto contra él y que es un perseguido. Permítale leer cualquier libro o revista que llegue a sus manos; no se preocupe en absoluto por lo que pueda llegar a su mente; deje que se llene la cabeza de basura. Satisfaga todas las demandas de alimento, bebida y comodidades; negarle lo que pide puede producirle frustraciones. Alábelo a menudo en su presencia; descríbalo como el más inteligente de todos los niños del lugar, póngase de su parte contra los vecinos, los maestros y la policía, pues todo el mundo tiene prejuicios contra su hijo. Cuando se encuentre en verdaderas dificultades, discúlpese diciendo "Nunca pude con él". Si sigue todos estos consejos, prepárese para una vida de constantes tristezas, pues es seguramente lo que le espera. Colaboración de Elena Valenzuela. |