La meditación y el Amor, son dos hojas que, bajo un mismo sol y de un mismo árbol que hunde profundamente sus raíces en el Alma, se nutren también de una misma savia. El Amor, en su expresión más pura, en su sentido más profundo, es más que un sentimiento: Es un ESTADO. Existe una evidente confusión en el uso del la palabra Amor y al significado que se le atribuye, pues, generalmente es usada para definir un sentimiento de querencia, de apego y lo cierto es que, no es, ni mucho menos lo mismo el amor como sentimiento que como estado. Es decir, sentir amor, que ESTAR en amor.. Es más, el estado de Amor es el retorno al estado de inocencia espiritual: El retorno al Paraíso. Existe este Paraíso en el interior, en la esencia misma de todos y cada uno de nosotros. Es aquello que, más allá del tiempo, seamos o no conscientes de ello siempre fue, es y será. No es que sea eterno, pues la eternidad sigue siendo tiempo; tiempo sin límite, pero tiempo al fin y al cabo. El Amor, esencia de todas las cosas, es atemporal. Y es que, de siempre se ha dicho, tal vez sin alcanzar a comprender la auténtica dimensión de estas palabras, que: "Dios ES Amor". Limitando, reduciendo al amor a la dimensión de los sentimientos, es siempre en función o relación a algo o alguien; a lo amado y, sin ello, este "amor" carece de sentido, se extingue. Debe ser proyectado, depositado, apoyarse en algo y de ahí que cree apegos, dependencias afectivas, que poseamos o seamos objeto de posesión. De ahí también, que digamos y sintamos que esta persona sea "MI" marido, "MI" mujer, "MI" hijo o bien, "MI" perro, "MI" casa, "MI"...etc. Es ese "MI" el que, más que acercar, aleja a las personas al reducirlas a la dimensión de objetos..."MIS" que también hago extensivos a región, país, lengua, religión, hasta al equipo de "mis amores" Y, por supuesto y como consecuencia inmediata, todo lo que a ellos les suceda me afecta y lo hace en la medida en que los sienta míos; que en ellos yo me proyecte, me identifique, y, tal y como expresa este término los asuma como parte y expresión de mi identidad. Es decir, que proyectándome en ellos más que "MÍOS" realmente es que yo soy "SUYO". Surgirá de inmediato el posesivo temor a perderlos, pues, es como perder una parte de mí ya que yo me he proyectado en ellos. Ello me hace vulnerable en tantos frentes como "MIS" tenga. Por cierto y haciendo un inciso ya que hablamos de frentes y de defenderse. Me pregunto yo: En una guerra ¿quien es realmente mi enemigo? ¿El que, como yo a él, está tratando de matarme para evitar que le mate, o el que (pienso que con total desprecio de mi vida) me ha colocado en esta trinchera y en la tesitura de tener que matar y correr el riesgo de que me maten? Y en lo personal: Salvo agresión directa; ¿Soy yo tu enemigo, o lo que en ti te hace estar en conflicto conmigo? Y es que, en la búsqueda del amor de los demás e incluso de afirmación de mi "YO" en los demás, lo que estoy haciendo es evidenciar y tratar de llenar ese vacío interno de amor a mí mismo. Con ello lo que también se evidencia es que, a fin de cuentas, realmente no te amo a ti, sino que te uso a ti para amarme en ti y a través de ti, tú haces la función de espejo en el que proyecto y contemplo aquella imagen de mi que desearía ser. Y, lo mismo y en diferente medida también en y con los demás. Por eso también sucumbimos tan fácilmente ante la adulación. De ahí surge la posesión, el temor a perderte, los celos, los apegos, etc., etc... Porque al usarte a ti para llenar mi vacío de amor e incluso de comunicación conmigo mismo, no te puedo perder. No puedo renunciar a ti a ningún precio. También y precisamente por eso necesito imperiosamente sentirte MÍO, sino, siento que estoy perdiendo una parte de mí. Nuestra relación será entonces de absoluta dependencia y se dará aquella familiar sensación de que: "Sin ti yo no soy nada" "Mi vida sin ti no tiene sentido" "Eres MI vida" "Sin ti no podría vivir" "No puedo imaginar mi vida sin ti" y así un largo etcétera... Nuestra vida será cada vez menos NUESTRA y la de nuestros seres "queridos" menos "suya" entretejiéndose una urdimbre de apegos y dependencias de los unos respecto a los otros. Ello implica renuncias por una parte y sumisiones por otra, el conflicto de que, haría, iría... a mí me gusta pero a él\ella no... Continuas sesiones de parcelas de libertad, de mi libertad y recortes a la suya cuando, también "por mí" y "como prueba de amor" renuncia a... Incluso, podemos interpretar los celos como evidencia del amor. Hasta es posible que hayamos oído con frecuencia a algún amigo\a afirmar con orgullo y satisfacción: "A mi, "MI" marido\mujer me da toda la libertad para hacer lo que quiera" ¡Qué paradoja! ¿Cómo puede uno sentirse orgulloso y hasta satisfecho de que le den la libertad? Si aceptas como un hecho gratificante el que "te la den" es que aceptas que no te pertenece y por ello se te tiene que conceder. La libertad o es tuya o ya no es libertad. Y no hay más libertad que aquella que tú tengas el valor de asumir. Es más: Eres solo en la medida en que eres libre. Por tanto, no es algo que tu marido\mujer deba concederte, sino que él \ ella solo puede, en todo caso, respetar la que te pertenece, pues es solo tuya, y que, por tanto, tú ya tienes y te concedes a ti mismo\a si, repito, tienes el valor de asumirla. Insisto, eres en la medida en que eres libre y si tu libertad no te pertenece tampoco te perteneces. Renunciar a ella es realmente renunciar a ti, por muy elevada, noble o emotiva y romántica que sea la causa. Dicho de un modo más rotundo: Si no tienes libertad no eres dueño de ti mismo. Del mismo modo: o ERES TÚ o solo ALGO ES en ti y ya no vives TU VIDA sino que, ALGO la vive en ti. Y el que tú vivas por los demás es tan absurdo como que otros vivan por ti... Cierto que tienes responsabilidades adquiridas como en el caso de los hijos. Pero, aún así, y como dijo el poeta Kalil Gibran, "Tus hijos no son TUS hijos, sino hijos de la Vida". Tú solo has sido un medio del que la Vida se ha servido. No se los robes a la Vida creyendo y actuando como si SOLO fueran tuyos. Tu voluntad no interviene ni en uno solo de infinitos los procesos de bi-partición que hacen posible el desarrollo del futuro ser. El hecho de decidieras prestarte a ello no te otorga el derecho de propiedad. Los hijos no se poseen. Son, en todo caso, el primer espejo en que se refleja la luz de nuestro Amor. Ayúdales a comprender que lo que en ellos se refleja es solo eso, para que no sean atrapados por los apegos. La mejor referencia que puede proporcionárseles es la de ellos mismos como seres íntegros. Y en la expresión de tu libertad ellos encontrarán la de la suya. La mejor herencia, el don más preciado que puedes dejarles es este. Y si en este punto crees que esto significa que es dejar que sean unos caprichosos, mimados, consentidos, o tal vez, una forma de eludir tus responsabilidades... ¡Es que no has entendido nada! ...Estamos hablando de afectos y apegos. Se nos ha educado para proyectar nuestra afectividad en los demás, hacia el exterior. Del mismo modo, siempre nos sentimos culpables respecto a alguien y por ello el perdón siempre lo buscamos fuera en los demás, o en su defecto, en una divinidad a la que atribuimos el poder de perdonar. Y lo cierto es que, por mucho que te perdone por aquello de lo que yo te culpabilice o te culpabilices tú respecto a mí, si tú no aceptas el perdón, si tú mismo no te sientes perdonado, si realmente, y desde lo más profundo, no te perdonas tú a ti mismo, no podrás sentirte verdaderamente reconciliado CONTIGO MISMO. Y es que, aún que lo busquemos fuera, el perdón y la consiguiente reconciliación es un proceso profunda e íntimamente personal e intransferible. Del mismo modo que nadie puede juzgarnos y ni mucho menos condenarnos, tampoco nadie puede perdonarnos ni por ende redimirnos. Solo elevando el Amor a su octava más alta, el Amor como ESTADO podemos librarnos de los apegos. No es una utopía, pues, el estado de amor es el estado natural del hombre. Es cuando este no asume su auténtica naturaleza, y alejándose de ella deja de ser natural, que se distancia de su estado natural de amor relegándolo a la condición de utopía, cuando reduce en él al amor a solo una sensación, un sentimiento, con todo su lastre de apegos, dependencias, etc... Más, cuando el Amor es un estado interior, cuando uno recupera la capacidad de autoestima, de amarse a si mismo profundamente mediante la auto reconciliación, la auto aceptación que le proporcionan un estado interior de absoluta armonía, todo es vivido desde este estado. Ya no solo sientes Amor. Si no que estando en armonía, en paz, EN AMOR, todo es vivido, no solo con Amor, sino también desde el Amor. Y todos tus actos están impregnados, embebidos de Amor. Más que amar esto o aquello, este o aquél, amas el hecho mismo de amar porque lo vives con y desde el Amor. Ciertamente, no importa lo que uno haga sino, desde donde en uno surge la acción. Ya fue dicho: "AMA... ¡Y HAZ LO QUE QUIERAS!". Es más que obvio que, si no te amas a ti mismo hasta la mismísima médula, no podrás dar a los demás aquello de lo tú aún eres deficitario y seguirás buscando en los demás llenar este vacío que aún resta en ti y en consecuencia, dependiendo en la misma medida. Para realmente AMAR a los demás debes antes amarte a ti mismo, ya que, es absolutamente cierto que, podremos amar al prójimo solo COMO nos amemos a nosotros mismos. Solo podemos dar aquello que realmente poseemos. Solo cuando en este aspecto no dependas de nadie, podrás entregarte a los demás incluso más que nunca y sin ninguna reserva pues, los afectos que pongas en ellos no te "afectarán", ya que, ahora no necesitas de ellos para compensar ningún vacío. Y porque nada esperarás pues, nada necesitas, podrás aceptar que sin nada a cambio todo te sea pedido así como que también sin nada a cambio todo se te dé. Podrás amar más intensa y profundamente que nunca porque el Amor en ti será tu estado natural. El "TE" amo, "LE”"amo, "OS" amo, "LES" amo, son formas de conjugar el verbo amar que carecen de sentido y autenticidad si no van precedidas de la primera persona del presente del "indicativo": "ME" amo. Cuando alcanzas a amarte profundamente, el Amor es en ti un estado. Un estado de consciencia. Un estado que te sintoniza armónicamente con El Universo mismo. Pero para alcanzar este estado es preciso recuperar la capacidad de diálogo y comunicación internos a los niveles más profundos, recuperar tu capacidad de goce mediante tu dormida sensualidad que permite que la mente y el cuerpo se reunifiquen en una relación intensa y dinámicamente creadora, pues, solo se alcanza a amar aquello que se conoce y por extensión, se comprende y acepta. A esta capacidad de comunicación y diálogo interno algunos lo llaman "meditación" pues, es un diálogo intenso y profundo en silencio y en el silencio. Solo en el silencio de la voz de la mente, la voz del silencio puede ser percibida por el fino oído del Alma... Pero, una mente silenciosa no es una mente dormida, sino muy despierta y atenta para percibir los sutiles mensajes que desde aquello que de más puro y genuino aún resta en nosotros, aquello que realmente somos, trata de hacerse patente por debajo de la pesada losa de convencionalismos y valores a los que nos hemos sometido. Y se hará al fin realidad en ti la maravilla de amar pensando y pensar amando. Colaboración de Toni Coll. |