Los tiempos han cambiado mucho, antes uno de los métodos de los padres para educar a sus hijos era obligarlos a hacer o no hacer determinadas cosas, con eso podía controlar más o menos las conductas y vidas de sus hijos. Los obligaban a ir a misa, a no asistir a espectáculos indecorosos, a no ver películas que el padre consideraba que le podía hacer daño a sus hijos, incluso podían controlar las amistades y hasta los novios y novias de sus hijos. Ahora todo es muy diferente, parece que la mayoría de los padres hemos decidido que los hijos hagan lo que quieran, o más bien, no sabemos lo que hacen nuestros hijos, no sé si por cansancio, falta de autoridad (porque a los hijos ahora les da por compararse con sus amigos y si a Fulano si lo dejan porqué a mi no) o por convencimiento de que nuestros hijos prueben -de todo- para que vean por ellos mismos el rumbo de vida que quieren tomar. El riesgo que se tiene con este método, es que algunas cosas que prueben, que les van a gustar, ellos no saben que los llevarán a una vida sin sentido, sin rumbo, con cimientos de arena; lo malo no es que no saben, si no que no saben que no saben, y es allí donde debemos de entrar los padres, labor difícil que consiste en hacerse amigos de sus hijos, desde pequeños escucharlos y comprenderlos, darles tiempo de calidad. Ganarnos la autoridad moral para con los hijos, nos puede costar sangre. Cualquier similitud con la sociedad actual es mera coincidencia. Como casi toda la gente puede hacer lo que quiera porque nuestros padres tienen poca autoridad sobre nosotros, ahora el único impedimento que queda son las leyes, pero por lo que se ve, si no hacemos algo, también serán presa fácil de esta humanidad desenfrenada. Que legalicen el aborto, el divorcio, las parejas de hecho, la adopción para dichas parejas, la eutanasia, vamos probando -de todo-, las consecuencias ya las estamos viendo... La ignorancia y la pasividad de la gente será siempre nuestro peor enemigo. |