Cierta mañana, mi padre me invitó a dar un paseo por el bosque y acepte con placer. El se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una carroza. Eso es -dijo mi padre-. Es una carroza vacía. Le pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carroza vacía, si aun no la vemos? Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carroza está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carroza, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todo el mundo, inoportuna, presumiendo de lo que tiene, y lo más seguro es que no tiene nada; de sentirse prepotente y haciendo menos a la gente, tengo la impresión de oír a voz de mi padre diciendo:"Cuanto más vacía la carroza, mayor es el ruido que hace". Autor Desconocido. Colaboración de Gabriel Núñez Acevedo de León, Gto., México. |