Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. Están situados a unos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas. Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea o Lago de Tiberíades. El otro es el llamado "Mar Muerto". El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río. ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. El agua del Mar Muerto se estanca. Pasa lo mismo con las personas. Las personas que, egoístamente, reciben, guardan y no dan, son como agua estancada, que muere y causa la muerte a su alrededor. Muchas gentes se parecen al Mar Muerto: sólo reciben, acumulan, no se dan y así se fabrican una vida amarga, desdichada e infeliz. Hay otros que dan y se dan a sí mismos con generosidad y sin esperar recompensa... Cuanto más damos más recibimos. Cuanto menos repartimos de lo nuestro, más pobres nos volvemos. El que acumula para sí solo, llama a gritos a la infelicidad y ésta llega. El que reparte, abre la puerta a la felicidad. Tú conoces el mar que representas. ¡EL QUE NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR! |