Te ocultas en tu mismo esplendor, mi humilde Rey. Hasta un granito de arena, una gotita de lluvia, son más aparatosos que tú. Los hombres en su orgullo se apoderan de todas tus cosas señor y tú no se las reclamas. Te haces a un lado en silencio al grado que, para buscarte y hallarte, hay que encender la lámpara y adorarte en absoluta libertad. NI SIQUIERA TODO EL UNIVERSO PUEDE CONTENERTE, SEÑOR 1 REYES 8,27 SS GENESIS 1,1 SS ISAIAS 6,1 SS Colaboración de Jorge Enrique López. |