Yo soy parte de la vida de aquellos que tienen amigos, porque tener amigos es ser feliz. Yo soy parte de la vida de aquellos que viven rodeados por personas como usted, pues vivir así es ser feliz. Yo soy parte de la vida de aquellos que creen que ayer es pasado, mañana es futuro y hoy es un regalo, por eso es llamado presente. Formo parte de la vida de aquellos que creen en la fuerza del amor, que creen que para una historia bonita no hay punto final. Yo estoy casada, ¿sabían?; estoy casada con el tiempo. ¡Ah! ¡Mi marido es lindo! Él es responsable de la solución de todos los problemas. Él reconstruye los corazones, el cura lastimaduras, él vence la tristeza. Juntos, el tiempo y yo tuvimos tres hijos: La amistad, la sabiduría, y el amor. La amistad es la hija mayor. Una muchacha linda, sincera, alegre. Ella brilla como el sol, ella une a las personas, nunca pretende herir, siempre consolar. La del medio es la sabiduría, culta, íntegra, siempre fue la más apegada al padre, el tiempo. Ella y el tiempo andan siempre juntos. El menor es el Amor. ¡Ah! Cuanto trabajo me da, es terco, a veces solo quiere vivir en un lugar. Yo vivo diciéndole: Amor, usted fue hecho para vivir en dos corazones, no en uno. Él es complejo, pero es lindo, muy lindo. Cuando él comienza a hacer estragos y perjuicios yo llamo a su padre, y pronto él (tiempo) sale a cerrar todas las heridas que el amor abrió. Una persona muy importante me enseñó una cosa: Todo final siempre es verdadero, si todavía no conoce su verdad, es porque no llegó el final. Por eso, cree siempre en mi familia. Crea en el tiempo, en la amistad, en la sabiduría y principalmente en el amor. Y con seguridad un día, yo, la felicidad, golpearé a su puerta. Tenga tiempo para los sueños... Ellos conducen en su carruaje hacia las estrellas. Colaboración de Marco Antonio Almanza Mendoza de Monterrey N.L., México. |