Después de largas desazones, enfrentamientos, tensiones y malos ratos, reflexioné y comprendí que debía cambiar. Comencé a ordenar mi Patio interior. Comprendí que debía quererme de veras, valorarme más, y di un gran giro en mi vida. Y así comprendí que mis angustias y sufrimientos surgían de mis contradicciones. Cuando me amé de veras, supe que mi vida no es tan anodina, pues las tensiones y todo lo que me sucede, me ayuda a crecer. Con una nueva sensibilidad, sentí lo que ofende a los demás, las presiones que ejerzo para lograr mis deseos inoportunos. Y como de verdad me quería, comencé a buscar lo saludable, erradicando de mi vida cualquier situación, persona o cosa que me alejase de una vida sana... Y abandoné las prisas, me libré de los grandes proyectos de futuro. Cuando me quise de veras, comprendí mis propias limitaciones, desistí de tener siempre la razón y empecé a equivocarme menos. Cuando me amé de verdad, desistí de revivir continuamente el pasado, y agobiarme con el futuro. Cuando me amé de verdad, percibí que la mente puede atormentarme y dominarme. "No tengamos reparo en revisar nuestra vida, ordenar nuestro patio interior, aunque provoque desgarros..." "Cuando las galaxias chocan... del caos nacen las estrellas." Colaboración de Víctor Manuel Espino Ocampo de Zihuatanejo, Guerrero, México. |