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En el Libro de los Muertos, joya de la literatura egipcia, hay un conmovedor fragmento. El alma se presenta ante Osiris, el Dios resplandeciente, sentado en su trono que rodean 42 jueces. A su lado, Annubis sostiene una balanza en cuyos platillos se han puesto las buenas acciones del difunto y las faltas que cometió en su vida. El fiel de la balanza está en el centro: pesan lo mismo las buenas obras de aquel hombre que sus culpas. La mitad de los jueces -los justos- lo condenan. Los otros -los misericordiosos- piden a Osiris que lo salve.
El Dios vacila, tembloroso, el difunto invoca en su defensa un último argumento: Entonces Osiris abre los brazos y lo estrecha junto a su corazón. Colaboración de Mario Pablo Vásquez.
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