Ayer llovió en Saltillo. Llovió por unanimidad, como si Dios se hubiese acordado del Diluvio. Yo me hice un arca y puse en ella las pequeñas criaturas que pueblan la faz de mi tierra: una pareja de recuerdos, una de amores y otra de esperanzas. Se multiplicarán seguramente, pues tal es el oficio del recuerdo, de la esperanza y del amor: crecer y multiplicarse. Dejará de llover; el cielo quedará como un azul mantel secado al sol y lucirá en él un arco iris bordado en punto de cruz. Yo iré hacia el viento y abriré los brazos. Saldrá de mi corazón un vuelo de memorias y esperanzas, y sobre ellos señoreará el amor que siento por todos y por todo. Y ese amor flotará, como el arca, por encima de todos los diluvios. Colaboración de Mario Pablo Vasquez de México, D.F. |