Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que escuchó el "Magnificat" de Bach, dio un nuevo sorbo a su Martini -con dos aceitunas como siempre- y continuó: - Dios, que expulsó del paraíso al hombre y la mujer, no expulsó de él a los animales. Eso quiere decir que no han perdido su inocencia. Nosotros, en cambio, pervertimos la prístina animalidad que había en nosotros, y llegamos al aberrante extremo de llamar malo, bajo y sucio a lo que de animal hay en nosotros. - Hemos enredado con mil absurdas confusiones la santa simplicidad de nuestro instinto -siguió diciendo Jean Cusset-. Alguna vez quizá, después de 20 siglos más de errores, y luego de una larga y penosa evolución espiritual, llegaremos de nuevo a ser otra vez tan puros y tan inocentes como los animales. Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su Martini. Con dos aceitunas, como siempre. Colaboración de Mario Pablo Vásquez de México, D.F. |