Te prestaré por un tiempo a tus padres para que los ames mientras vivan. Podrán ser 10, 20, 30 años o más, hasta que los llame. Te pregunto: ¿Podrás cuidarlos? Quiero que aprendas a vivir con ellos, les he elegido a ti. No te ofrezco que se quedarán contigo para siempre, sólo te los presto. Ellos te darán ternura y darán alegría por tenerte. El día que los llame no llorarás ni me odiarás porque los regresé a mí. Su ausencia corporal quedará compensada por el amor y por los muchos y agradables recuerdos. Ten presente que si algo te entristece, que si el golpe del dolor te hiere algún día, tu pena es mía y así, con todo esto, tu luto será más llevadero y habrán de decir con agradecida humildad: ¡HAGASE SEÑOR TU VOLUNTAD! Colaboración de Jorge. |