Por ARMANDO FUENTES AGUIRRE Cd de México.-Esta es la fábula del hombre que tuvo la desgracia de que a su casa entrara un monstruo. Terrible monstruo era aquél. Esclavizó a sus hijos; los obligaba a estar horas y horas ante él, reverenciándolo. A su esposa la hacía llorar insensatamente. A él, por último, le impidió entregarse a sus antiguos quehaceres predilectos: leer buenos libros y escuchar música buena. Peor aún: por causa de aquel monstruo el esposo y la esposa ya no conversaban como antes, y -lo más grave- por su culpa ninguno de los dos podía hablar ya con sus hijos. El hombre y la mujer, viendo el daño tan grande que aquel monstruo causaba en su hogar y en su familia, decidieron un día rebelarse contra él. Y así, desde aquel día en su casa ya no se vio tanta televisión. Colaboración de Jorge López de México, D.F. |