Situar el amor entre los hombres es dar sentido y finalidad a la vida humana; es alejar el egoísmo, ese viento del desierto que todo cuanto toca, calcina y destruye; es pretender la unión y la solidaridad entre los humanos. No hay nada más puro y más hermoso en esta vida, que la primera revelación de amor; que el primer palpitar de un corazón enamorado. Ver y tratar de comprender el amor, es admitir la participación de lo finito, en lo infinito; es el vuelo triunfal del sentimiento hacia lo ideal, lo bello, lo justo, lo candoroso y lo sublime. Ya que el verdadero amor, siempre representa la renuncia de la propia comodidad, pues es el amor, no se ve con los ojos; si no con el corazón. Encontrar el amor, es asistir a la gestación de cosas buenas y loables, es explicar el porqué de las más grandes realizaciones, es penetrar a través del todo, pues el amor es el principio creador de lo noble, benéfico y trascendente. Vivir el amor, es como ir al encuentro grande y hermoso del universo mismo, pues el amor es; ese gran comienzo impulsor del orden y la armonía, frente a la desolación; manantial de esperanza, frente al desengaño; hálito de vida, frente a la muerte; anhelo de lograr lo ideal, ante lo imposible; fuente de redención, sacrificio y perfección. El amor es el símbolo de eternidad que barre con todo sentido del tiempo, desbarata cualquier recuerdo de un principio y todo temor de un futuro. Reflexionar acerca del amor, es mirar el comienzo y el fin de la existencia; sentir el amor, es difundirse en el éter a través del espacio y del tiempo; ya que amar es: vislumbrar el camino de la inmortalidad... Colaboración de Jorge Carlos Par Nena con amor. |