Cantando la cigarra pasó el verano entero... Cuando llegó el invierno se encontró hambrienta y sin comida, y fue a llamar a la puerta de la hormiga, que por haber trabajado todo el año tenía colmados sus graneros.Junto a la puerta estaba el fabulista. Esperaba con ansiedad que la hormiga le negara alimento a la cigarra, pues de ese modo él podría escribir una fábula moral. Pero la hormiga recibió con bondad a la cigarra, y no sólo compartió con ella su comida, sino que le ofreció su casa y escuchó con deleite sus canciones.-¿Por qué haces eso? -le preguntó a la hormiga, molesto, el fabulista.Y respondió ella:-Porque sé algo que tú ignoras: unos venimos al mundo a trabajar para construirlo, y otros vienen al mundo a cantar para hermosearlo.Colaboración de Mario Pablo Vázquez de México, D.F. |