Una gaviota volaba inmersa en una hermosa bruma de otoño, cuando a lo lejos vio encenderse el arcoíris. Asombrada por lo que creyó la entrada del cielo, se lanzó en su persecución. Pero cuanto mayores eran sus esfuerzos para alcanzarlo, tanto más escurridizo se tornaba el insólito fenómeno, hasta que por fin cayó al suelo exhausta. En aquella circunstancia límite, oyó una misteriosa voz que le dijo: "De la misma manera que el arcoíris es una condición del que observa y no una realidad, también lo es vuestro mundo con los colores y las formas. Todo depende de las condiciones del observador, y de ellas surge lo que llamáis realidad." Entonces supo la gaviota que había alcanzado, por fin, el arcoíris. Autor desconocido. Colaboración de Jorge Luis Caballero Quezada. |