Cuando todo parezca derrumbarse, cuando los días pierdan su color y las cosas no tengan más sabor que el sabor de la hiel amarga y agria. Cuando parezca que ya nunca amanece y aparente la luna no existir y las estrellas ya no tengan brillo y tengas ganas de desistir; ¡NO CLAUDIQUES TU LUCHA! Levántate con ánimo y aférrate a la vida; que la vida te ofrece una mano con fuerzas que habrá de sostenerte hasta que seas capaz de hacerlo por ti mismo. ¡No claudiques! Que aunque las nubes tapen el sol, por la tormenta, más allá de las nubes aun el sol está esperando que sople la brisa de esperanza que moverá las nubes para él poder brillar... ¡No claudiques que Dios está contigo y también estoy yo! Colaboración de Jorge Luis Quezada. |