Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado: A disfrutar del amor. A enfrentar tus miedos y confiar en tu fuerza. A entusiasmarte con la vida. A pedir ayuda cuando la necesites. A decir o callar según tu conveniencia. A ser amiga de ti misma. A no tenerle miedo al ridículo. A darte cuenta de lo mucho que mereces ser querida. A tomar tus propias decisiones. A quedarte con el crédito por tus logros. A superar la adicción a la aprobación de los demás. A no hacerte cargo de las responsabilidades de todos. A ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia. A dar porque quieres y nunca porque estés obligada a hacerlo.Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado: A exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo. A aceptar tus limitaciones y vulnerabilidades sin enojo. A no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otros. A decir que sí solo cuando quieras y decir que no sin culpa. A tomar más riesgos. A aceptar el cambio y revisar tus creencias. A tratar y exigir ser tratada con respeto. A llenar primero tu copa y después la de los demás. A planear para el futuro sin intentar vivir en función de el.Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado: A valorar tu intuición. A celebrar las diferencias entre los sexos. A hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades. A aceptarte así como eres. A crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos.a no avergonzarte de andar riendo a carcajadas por las calles sin ninguna razón. A darte todos los permisos sin otra restricción que la de no dañar a otros ni a ti misma.Pero sobre todo, hija mía, porque te amo más que a nadie, quisiera estar seguro de haberte enseñado:
A no idolatrar a nadie? y a mí, que soy tu padre, menos que a nadie.Jorge Bucay |