Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma. Y uno aprende que el amor no significa recostarse y una compañía no significa seguridad. Y uno empieza a aprender... que los besos no son contratos y los regalos no son promesas. Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos. Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes, y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado hasta el calorcito del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale. Y uno aprende y aprende... Y con cada adiós uno aprende. J. L. Borge. Colaboración de Marco Antonio Almaza Mendoza de Monterrey, N.L. México. |