Ojos, para ver los maravillosos trabajos de sus alumnos. Una boca, para sonreír a sus chicos todas las mañanas. Manos, para sostener, ayudar y abrazar. Una mente inteligente, para pensar y saber cómo ayudar a cada niño. Orejas, para oír todas las historias que los niños le cuentan. Corazón, que ama a todos los niños. |
Carta de Abraham Lincoln al profesor de su hijo | 10 Trucos para enamorar a tus alumnos/as