Tienes derecho a enfadarte, pero no debes pisotear la dignidad del otro. Tienes derecho a sentir celos del triunfo de los demás, pero no debes desearles mal. Tienes derecho a caer, pero no debes quedarte tirado. Tienes derecho a fracasar, pero no debes sentirte derrotado. Tienes derecho a equivocarte, pero no debes sentir lástima de ti mismo. Tienes derecho a regañar a tus hijos, pero no debes romper sus ilusiones. Tienes derecho a tener un mal día, pero no debes permitir que se convierta en costumbre. Tienes derecho a tomar una mala decisión, pero no debes quedarte estacionado en ese momento. Tienes derecho a ser feliz, pero no debes olvidar ser agradecido. Tienes derecho a pensar en el futuro, pero no debes olvidar el presente. Tienes derecho a buscar tu superación, pero no debes olvidar tus valores. Tienes derecho a triunfar, pero no debes ser a costa de otros. Tienes derecho a inventar, pero no debes olvidar a Dios. Tienes derecho a vivir en paz, pero no debes confundir ese derecho con ser mediocre o conformista. Tienes derecho a vivir en la opulencia, pero no debes olvidar compartir con los menos afortunados. Tienes derecho a desanimarte, pero no debes perder la esperanza. Tienes derecho a la justicia, pero no debes confundirla con la venganza. Tienes derecho a violentarte, pero no debes dejar de ser cortes. Tienes derecho a un mañana mejor, pero no debes cimentarlo en un hoy fraudulento. Tienes derecho a ser positivo, pero no debes ser arrogante. Colaboración de Georgina Martínez. |